Una fuga de aguas con residuos de petróleo y grasas fue contenida en la plataforma E-Ku-A, ubicada en la Sonda de Campeche. El escurrimiento se originó en un ducto secundario y obligó a activar maniobras de emergencia para frenar la salida del fluido.
La petrolera estatal informó que la situación quedó bajo control luego de instalar una grapa en el punto dañado. El procedimiento permitió detener la filtración y mantener las operaciones en marcha, sin que se reportaran trabajadores lesionados.
El incidente ha despertado cuestionamientos sobre la seguridad en las instalaciones petroleras del Golfo de México, donde se concentra gran parte de la actividad extractiva del país. Especialistas advierten que la tardanza en reconocer estos hechos genera incertidumbre en comunidades costeras y sectores productivos.
Un caso similar ocurrió meses atrás frente a la costa de Tabasco, cuando un derrame de hidrocarburo afectó manglares, dañó la fauna marina y paralizó temporalmente la labor de más de mil pescadores.
Para organizaciones locales, la repetición de estos sucesos evidencia la necesidad de reforzar los protocolos ambientales, a fin de prevenir afectaciones irreversibles en los ecosistemas y en la economía regional.
En Campeche, donde la explotación petrolera es motor de empleo y desarrollo, persiste la preocupación de que accidentes de este tipo puedan extender sus consecuencias más allá de las plataformas, alcanzando zonas habitadas y actividades pesqueras.






