Tras más de 150 años, la comunidad de Pomuch, en Hecelchakán, Campeche, celebra el Día de Muertos con el Choo Ba’ak, un ritual maya que honra a los difuntos mediante la limpieza y cuidado de sus huesos. Esta práctica refleja la visión de la muerte como un tránsito y mantiene un vínculo constante entre vivos y muertos.
Es en cada octubre cuando los familiares inician la preparación de los restos de aquellos que fallecieron hace tres años o más. Retiran cuidadosamente los huesos, los limpian y los colocan en cajas de madera decoradas con paños bordados con el nombre del difunto, siguiendo un orden simbólico que culmina con el cráneo en el centro, como si el fallecido permaneciera de pie.
Los familiares renuevan y pintan los nichos con colores vivos como azul, rosa, verde y violeta, mientras que las cajas permanecen entreabiertas durante todo el año, permitiendo que los difuntos “regresen” simbólicamente y se conecten con la luz del sol, considerada esencial para su tránsito espiritual y la continuidad de la memoria ancestral.
La tradición del Choo Ba’ak también transmite conocimientos a las nuevas generaciones. Desde niñas, los jóvenes aprenden a cuidar los restos, hablarles y recordar las historias de sus antepasados, reforzando la memoria colectiva y la identidad cultural de Pomuch.
Cada hueso limpio y cada caja decorada representan respeto y cariño hacia los ancestros. Los colores y la disposición de los restos poseen un significado simbólico que recuerda que los difuntos permanecen presentes mientras sean recordados.
Además, la tradición se acompaña de talleres, conferencias y muestras culturales que explican la historia del Choo Ba’ak y su significado dentro de la cosmovisión maya, fortaleciendo su valor patrimonial y educativo.
En Pomuch, el Choo Ba’ak es mucho más que un ritual: es un vínculo entre generaciones, un acto de memoria y un símbolo de respeto, que reafirma que la vida y la muerte están conectadas en un ciclo de continuidad y afecto.
