“Nada es gratis, a veces hay que luchar, incluso un poco más que las demás personas para salir adelante”, reflexionó doña Petrona Alvarado Castañeda al recordar cómo desde temprana edad tuvo que hacerse cargo de su vida en el ambiente laboral.
Inspirada por su abuela materna, quien tenía un exquisito gusto por el arte culinario y a quien le rindió un homenaje cuando preparó su primer platillo -tamales colados- consideró que si le gusta cocinar ya que la cocina le ayuda a vivir, es por eso que se dedicó a vender.
Pero la labor no fue fácil, comenzó preparando postres que ofrecía casa por casa a sus vecinos en la colonia Tepeyac, en Campeche, pues su meta era obtener los recursos necesarios para subsistir,
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